El león enamorado que lucha por la
tierra de los despojados
Por Tatiana Villada Díez
Marzo de 2013
Al mirar de lejos a Fernando León Enamorado es difícil adivinar de qué tipo de persona se trata. A pesar de que es un hombre muy alto, moreno y delgado pero enérgico, su actitud es tímida — casi inocente —, su mirada tranquila y su voz suave. No se ve del tipo de esos hombres que en la batalla escogen ir en la línea del frente. Eso fue lo primero que pensé cuando llegue a la Fundación Forjando Futuros en Medellín y lo vi sentado hablando con el que parecía un periodista de algún medio caleño (por su acento). Por lo poco que sabía de Fernando y a lo que se dedicaba, esperaba encontrarme con un hombre recio y de carácter fuerte.
Una vez término de hablar con el periodista me invitó a sentarme. Su recibimiento — como él — fue tímido pero amable y poco a poco mientras me relataba la historia de su vida — esa misma historia que tantas veces ha tenido que repetir ante los medios y el gobierno en busca de ayuda para que no llegue a su fin — me demostró que las apariencias engañan.
Fernando León Enamorado es un comprometido líder de restitución de tierras que comenzó en Urabá, zona en la que nació. Su vida al igual que la de su región ha estado marcada por la guerra, la pobreza, el desplazamiento y las amenazas. Aunque ayudó a muchos a recuperar lo que les pertenecía, él casi lo pierde todo y hoy está lejos de su tierra, temeroso de volver y escoltado las veinticuatro horas del día por estar bajo amenaza de muerte por parte de los paramilitares.
—Antioquia, es el departamento con la cifra más alta de áreas reclamadas con 22.998 hectáreas, lo que equivale al 15.55% del territorio reclamado por víctimas de desplazamiento forzado o de despojo (Cifras publicadas por la Oficina de Restitución de Tierras adscrita al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.)—
Al comenzar la entrevista casi no logro entender bien lo que me dice, le pido que me hable un poco más fuerte y lento. Él me responde en forma graciosa que no puede hablar más duro porque ya lo habían regañado por esto y que además como en el atentado perdió la mitad de su lengua le cuesta un poco pronunciar bien las palabras, acto seguido abre la boca y me muestra lo que queda de ella y que solo llega hasta la frontera que marcan los dientes. — ¿atentado? Yo no conocía mucho de su historia, llegue a él cuando le pedí a la Fundación Forjando Futuros que me contactaran con alguien que estuviera bien empapado en el tema de restitución de tierras por haberlo vivido en carne propia. En la Fundación me lo recomendaron por ser un líder en restitución de tierras muy activo, pero más allá de eso y de su nombre no me dieron más información — Aunque él me respondió casi en son de broma y con una gran sonrisa en el rostro, yo no puede evitar sentirme mal por lo que le había pedido debido a mi ignorancia.
En ese momento se me hicieron más notorias las cicatrices de su rostro y una grande en su garganta, que obviamente era la secuela de una traqueotomía y que relacione mentalmente con el atentado que someramente me había mencionado y que luego me relato con más detalle.
— Aunque no hay cifras exactas sobre la cantidad de líderes y reclamantes de tierras asesinados o de los que están bajo amenaza de muerte, ya que entre las que entrega el Gobierno Nacional y las que revelan las entidades privadas nacionales e internacionales hay discrepancias, se cree que alrededor de 60 líderes de procesos de restitución de tierras han sido asesinados en Colombia. Por otro lado, la Unidad Nacional de Protección (UPN) anuncio el 2012 que para el primer semestre ese año había 75 líderes con esquemas de protección asignados y que en el segundo semestre serían más de 150. Esto revela en parte la crítica situación de seguridad que sufren los líderes y reclamantes de tierra del país. —
Antes de la historia del líder hay una historia de vida
El León Enamorado al que se dedican estas páginas sufrió un atentado que por poco le arrebata la vida por el simple hecho de defender los derechos de su comunidad. Sin embargo, esto fue sólo uno de los acontecimientos que pertenece a una larga lista de hechos relacionados con la violencia que se sufre en este país y que han marcado la historia de su vida. Es curioso que al pedirle a Fernando que me contara sobre su ella, él la dividiera en capítulos que empezaban y terminaban con la salida o llegada a su pueblo después de haber sufrido amenazas directas o por el simple miedo de lo que podía pasar por nunca haber cedido ante los grupos que intentaban reclutarlo o matarlo.
Lo de pelea por las tierra vino después — o tal vez estuvo siempre pero de forma diferente— y debería ser lo inmediato y primordial en este relato que hace parte de un reportaje sobre la restitución de tierras en Antioquia. Sin embargo para entender la importancia de un proceso como este en nuestra región y en el país, es primordial entender qué ha llevado a que sea tan necesario y apremiante y para esto hay que entender la vida del que ha sufrido en carne propia la infamia de la guerra.
Repasar la historia de Fernando, es repasar la de muchos desplazados y víctimas de la violencia. Es entender el día a día de muchos campesinos de nuestro país que es ajeno para la gran mayoría de los que vivimos en el interior de la grandes ciudades. Es por esto que considero importante darle vía libre a la historia que me relata esta voz, que a pesar de las balas que intentaron silenciarla, sigue siendo fuerte y contundente. Después hablaremos de tierra.
Fernando: Yo nací en la religión de Urabá específicamente en Chigorodó. Tengo 35 años, bueno casi 36, ya el otro mes los cumplo (abril). A la edad de los ocho años me llevaron para el municipio en Necoclí y allá crecí, en esa región, en el Urabá. Allá empecé a estudiar y por cuestiones económicas estudie solo hasta cuarto de primaria y me puse a trabajar con mi papá que administraba fincas.
Él siempre trabajó en eso pero cuando los grupos ilegales, más que todo la guerrilla, comenzaron a extorsionar y extorsionaron al dueño de la finca donde él trabaja, pues entonces el dueño vino y vendió todo eso. El dueño era un señor de aquí de Medellín, ahí mi papá se quedó sin trabajo y con la liquidación que le dieron compró una tierra por allá. Me acuerdo que la liquidación fueron 900.000 pesos y la tierra costo 800. Entonces, entre trasteo y todo eso nosotros quedamos mejor dicho sin con que comprar una libra de arroz y esa tierra era puro rastrojo, puro monte, no tenía nada sembrado… Eso fue como en el año 90, yo estaba como de 11 o 12 años en ese tiempo y como a los 14 fue que me toco salirme del colegio y comencé a trabajar con mi papa y en una cosa y en la otra para que los otros hermanos míos pudieran estudiar.
Nosotros somos nueve hermanos, tres hombres y seis mujeres. Estamos vivos dos hombres, a uno lo mataron en el 96 los paramilitares, supuestamente lo mataron equivocadamente, ya cuando lo habían matado dijeron que no era a él al que estaban buscando, pero ya después de muerto ya pa’ que. Yo soy el menor de los hombres y la última tiene 11 años.
Mi familia sigue en Urabá, inclusive también ya han tenido varias amenazas, yo les digo que vendan y se vengan, pero mi papa tiene 85 años y una persona a esa edad se apega mucho a las cosas, y como el trabajo tan duro en esa finca yo me pongo a pensar que es eso. Mi mama si quiere venirse pero no quiere dejarlo solo allá. Con ellos están solo dos hermanas, el resto está por fuera, en la zona de Urabá pero no en la finca.
En la finca montamos puro potrero y unos pedacitos para cultivar y de eso viven. Allá hay unos animalitos para la lechita y alquilan para pastar. Ahora después de que pasó todo lo que ha pasado a mí me toco venirme para acá, pa Medellín.
Se puede decir que en pocas palabras Fernando cuenta una historia que parece conocida. No es la primera vez que escuchamos de un niño que crece y vive en medio de una zona de violencia y que está supeditado a ella. Las tomas guerrilleras, la incursión de los paramilitares e incluso la del ejército, condicionan sobre todo en las zonas rurales y aparatadas, la vida de quienes allí nacen o viven.
— En cifras, el conflicto armado colombiano, ha dejado cerca de 600.000 personas asesinadas por diversos grupos armados y la fuerza pública (estimación del gobierno en septiembre de 2012), Más de 2.000 personas han muerto y 7.900 han resultado heridas desde 1990 por el uso de minas antipersona (estadística del gobierno), Alrededor de 15.000 personas han sido víctimas de desaparición forzada en los últimos 30 años (Alto Comisionado de la ONU Para los Derechos Humanos). Y en cuanto a la población desplazada, Colombia es el país con mayor número de desplazados por la violencia, incluso por encima de Irak, Afganistán y el Congo. Se habla de cerca de 4 millones de personas que se han visto obligadas a abandonar su tierra debido a la presión que ejercen los actores armados que se disputan el control de las diferentes regiones del país. En Antioquia son 700 mil desplazados (www.verdadabierta.com, 2013). —
Fernando: Yo he tenido cinco desplazamientos. El primero fue en octubre del 1994 cuando vivía en la tierrita de mi familia en el corregimiento de pueblo nuevo en Necoclí. Allá llegaron los paramilitares y el primer día mataron a 16 personas, casi todos cabezas mochas (decapitados) excepto uno que lo ahogaron y otro q lo mataron a tiros, ahí cayo un tío de nosotros. El cuento con mi familia fue porque uno de los familiares de nosotros le compraba ganado a la guerrilla y esa gente (los paramilitares) se dio cuenta de eso y empezaron a decir que toda mi familia era guerrillera y a todo los hombres de la familia nos tocó salir de allá, mi papa si no salió. De ahí me fui pa Apartadó y dure allá como hasta el 96.
Luego volví a Pueblo Nuevo y como no encontré trabajo, porque allá no había trabajo sino era para esa gente, los paracos, me devolví a Apartadó. Ese año mataron al hermano mío en Chigorodó, al que confundieron.
— Las desapariciones forzadas se convirtieron una estrategia fundamental para los grupos armados ilegales, principalmente para las autodefensas o paramilitares. Según las cifras de Justicia y Paz a diciembre de 2012, gracias a las versiones de los desmovilizados, ha sido posible exhumar 3.929 fosas comunes en las que se han encontrado 4.809 cadáveres de personas que estaban desaparecidas. Sin embargo, estas cifras corresponden a penas a 25 por ciento del total de las desapariciones forzadas registradas por el gobierno, que llegan a ser casi 19 mil. (www.verdadabierta.com, 2013)—
Fernando: (el segundo desplazamiento) Ya al tiempo me devolví pa la finca y empecé a trabajar manejando un bote. El río Mulato se había llevado el puente y entre la comunidad se compró uno para cruzar la gente. Yo desde que llegue como que le caí mal al comandante paramilitar que había en esa época por allá y ese man ya había matado a varios solo porque le caían mal.
Una vez hubo una fiesta en el pueblo, fue un domingo. Yo me fui por la noche y cruce a los que se quisieron ir conmigo. El lunes en la mañana a las seis yo madrugue a cruzar la gente, los profesores que iban pa la escuela y así, cuando llegue al otro lado él estaba ahí (el jefe paramilitar) y yo lo cruce pero me le olí las malas intenciones porque no dejo que nadie más se montara. En todo el recorrido yo no le miré la cara sino las manos y entonces cuando lo deje al otro lado él brinco y con el pie tiro el bote hacia afuera y se giró, le echó mano a la pistola y hizo como seis tiros pero al agua, porque como yo le vi la mala intención desde que empujo el bote me tire de una y no me alcanzó a dar. La cosa se quedó así, a los días me toco irme para Arboletes y dure allá como tres meses, y como estaba todo aburrido sin trabajo y sin nada por allá pues me devolví pa la casa. Lo curioso fue que ese mismo día que me devolví lo mataron a él porque había matado a mucha gente inocentemente, hasta a un niño como de 9 años y a un viejito. Los paracos lo mataron.
(Tercer desplazamiento) Después fue ya el problema con el Alemán, ese que está cogido aquí. Él tenía el campamento como 10 minutos de la casa. Una vez mando unos hombres allá a buscarme y yo le mande a decir que yo no tenía nada de qué hablar con él, que yo no iba a ir, que si él quería hablar conmigo que viniera. Yo no me andaba con cuentos. Ya después un día más que otro llego él mismo como con 150 hombres y me dijo que él quería que trabajara con ellos, que porque yo conocía a toda la zona y yo le respondí como tres cosas y ya: “Una de las cosas que no me gusta es lo siguiente, ustedes no investigan a nadie para matarlo, a ustedes cualquier vecino llega y les dice que el otro es guerrillero solo porque le tiene rabia o por cuestión de mujeres o lo que sea y ustedes llegan en la noche y ¡pam! lo matan y no investigan si es verdad o no. Segundo, ustedes han matado mucha gente inocente que nada tiene que ver con la guerra, una guerra que ni ustedes mismo entienden. Así le dije. Y lo otro, digamos que yo hago parte de sus hombres, de sus filas pero un día para probar finura ustedes me mandan a matar a una persona, yo sé que no voy a ser capaz de matarla porque esa persona no me hizo daño a mí ni a mi familia…” Ese man no me contesto ni una palabra, arrancó y se fue.
Cuando estaba ahí yo no tenía miedo de nada pero después que él se fue ahí sí. Dure como cuatro días en pueblo pero no dormía en la casa nunca, cada noche dormía una casa distinta porque me dio como… ¡aja! que por las palabras que le había dicho él mandara a buscarme y con esa zozobra ya después me fui a Apartadó otra vez.
(Cuarto desplazamiento) En Apartadó me conseguí un trabajo en una finca bananera, dure trabajando allá seis años, empecé en octubre del 1999 hasta mitad de 2003. Yo pase todo ese tiempo de violencia trabajando allá. Oiga, encontraba uno muertos todos los días, todos los días mataban gente, iban y los mataban delante de uno y todo allá en la finca. Es que allá era muy complicado. Por ejemplo: si esta finca apoyaba los paramilitares, allá iban y los mataban los de la guerrilla; o que si esta otra finca apoyaba a la guerrilla, allá llegaban los paramilitares a matar la gente también. Por eso hubo tanta masacre en Urabá, no había ni término medio, pero tampoco ni pa allá, ni pa acá. Estando allá también tuve un montón de problemas y comenzó la vaina, la perseguidera y me toco retirarme de allá y otra vez me fui pa la finca… Allá no había más nada que hacer sino trabajar para esos paracos, y yo no quería trabajar con ellos. El que quería trabajar tenía que hacer lo que ellos dijeran… de ahí que me volví a ir y no regrese sino hasta el 2007 que fue cuando empecé a trabajar con la comunidad desplazada y luego con el tema de tierras.
A Fernando no le faltaban problemas con los paramilitares, la guerrilla y demás ¿Qué pudo haberlo impulsado a convertirse en líder de la comunidad a sabiendas del peligro que esto le podría significar? Él mismo no lo sabe, dice que por casualidad, que la gente lo escogía. Tal vez el destino, la casualidad como él dice o que en el fondo y sin saberlo consiente tiene desde siempre una fuerte vocación de servicio y algo de terquedad — o más bien mucho. —
Fernando: cuando empecé a trabajar con la comunidad fue con una cooperativa orientando a la gente sobre todos los productos y las cosas que hacíamos, luego de eso trabajé en la junta de acción comunal y después de eso comencé a trabajar con la población desplazada con una asociación que no me acuerdo como se llamaba – una de desplazados – eso fue en Necoclí en el 2006. Cuando eso ya había pasado la ola de violencia y había muchos desplazados en la región y yo comencé a trabajar con esa población y después me nombraron coordinador de 8 veredas cercanas. Yo trabajaba con alrededor de 1.000 familias de población desplazada en esas ocho veredas. La función mía fue primero conseguirles el registro en la base de datos única de población desplazada. Oiga, eso era un problema, pero gracias a Dios logre ayudar a mucha gente y no solo a que se les reconociera como desplazados sino explicándoles a qué tenían derecho con la ley anterior de víctimas y ahí trabaje de la mano del ACNUR, DAPARD y Acción Legal ayudándoles a entrar al terreno. Yo iba de vereda en vereda buscando capacitaciones pa la gente, ponerlos a estudiar; era una cosa bien montada.
Resulta que una vez me corcharon. Me preguntaron qué cuántas personas y qué cuantos niños y qué cuántos adultos y yo quede… —a mí me pasa un cosa y yo trato de superarlo para que no vuelva a pasar— Entonces hice un censo y ya cuando me preguntaban ya sabía: tengo tantas en esta vereda, tantas en esta otra, tantos son niños, tantos estudian, tantos no y así. Tenía todo listo hasta me lo aprendí.
Después de eso fue que me metí con el tema de tierras —eso fue en el 2007— porque haciendo el censo la gente le iba comentando a uno que habían perdido una tierra, que esto y que lo otro y yo lo anotaba, pero como en ese entonces no tenía conocimiento de eso yo solo lo guardaba ahí como información. Ya después me conectaron con el líder de la Asociación Mesa Campesina en Mutatá, el señor Beningno Gil —que lo mataron los paracos de Urabá en el 2008— y me estuvo contando por teléfono el tema de tierras, yo le conté lo que la gente me decía y a raíz de eso yo convoque por la radio una reunión para hablar sobre el tema. A esa reunión fue Beningno y también fue gente de todos los municipios: San Juan, Arboletes, Necoclí… y bueno mucha gente. Fueron como 500 o 600 personas. En esa reunión ellos me escogieron para que fuera representante de la Mesa Campesina sobre el tema de tierras.
Yo me metí en eso pero nunca me imaginé que fuera a llegar hasta donde ha llegado, bueno. Eso fue el 6 de mayo del 2007 y después en julio nos empezamos a tomar las fincas que le habían quitado a la gente por la vía de hecho. ¿Eso qué es? Es que tú te metes a las malas a un sitio o te tomas algo por ti sola. Por ejemplo: ese computador es tuyo y yo lo tengo, entonces tú llegas con 10 o 15 personas y me lo quitas porque es tuyo... así hacíamos nosotros, por la vía de hecho quitábamos las tierras que le habían quitado a los campesinos.
De esa manera logramos restituir unas 2.000 hectáreas de tierra. Esas tierras durante el conflicto las quitaron los paramilitares pero ya luego aparecían a nombre de otras personas, de empresarios, de multinacionales, cooperativas, fondos ganaderos, palmicultures… Ellos tenían siempre un administrador o un trabajador cuidando el terreno o la finca. Nosotros nos metíamos de 100 a 200 personas y sacamos al que estaba ahí, nos quedamos ahí un mes o dos meses si era el caso y cuando ya veíamos que todo estaba calmado dejábamos al campesino que era originalmente dueño de esa tierra con otras 10 o 15 personas para que no los fueran a sacar y así hacíamos sucesivamente. Pero de 15 fincas que quitamos, actualmente solo 5 familias lograron quedarse en sus tierras
Después de un año de andar en esas, a finales del 2008, el 22 de noviembre mataron a Benigno Gil y a nosotros nos metieron 200 policías en un finca que nos habíamos tomado en Mutatá. Igual nosotros seguimos, incluso varias veces llegamos a desarmar a los paracos que iban a sacarnos, como éramos tantos, los desarmábamos y los dejamos amarrados tres o cuatro días, ya después los soltábamos para que se fueran.
Después como en febrero nos juntamos todo los líderes de la región con Carmen Palencia que hoy es la presidenta de la Fundación Tierra y Vida y formamos la Asociación de Restitución de Bienes y Tierras de Urabá (ASOVIRISTIVI). Con la asociación realizamos un proyecto piloto en cuatro veredas de Turbo: La Teca, California, La Unión y Calle Larga. Logramos que se les entregaran los títulos de sus tierras, una formalización es que lo llaman. Actualmente en Urabá hemos entregado unas 6.000 hectáreas de tierra a través de la asociación. En el 2010, en noviembre, la montamos a nivel nacional y se llamó Tierra y Vida. Actualmente hay doce sedes en diferentes regiones, casi en todos los departamentos. Que se ganó el premio nacional de paz y ahí vamos.
El quinto desplazamiento
“Prensa CODHES Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento, 27 de Octubre de 2010. El líder desplazado Fernando León Enamorado de la Asociación de víctimas para la restitución de tierras y bienes (Asovirestibi), recibió varios impactos con arma de fuego. En la noche de ayer el señor Fernando se encontraba en su vivienda en el municipio de Apartadó a donde llegaron tres hombres sin identificar y le propinaron varios dispararos, en estos momentos su estado es crítico.”
Dice Fernando — con evidente tristeza en su voz— que tras la muerte de su compañero Benigno Gil Valencia, fundador de la Asociación y Presidente de la Mesa Nacional Campesina, las cosas se le complicaron y comenzaron nuevamente las amenazas, esta vez por su ejercicio como líder de los reclamantes de tierras en Urabá.
Fernando: el 5 de enero de 2009, saliendo de una reunión el corregimiento La Changa de Necoclí los paracos me bajaron del carro en el que iba para el pueblo. La gente creyo que ese día me iban a matar y esa era la orden que tenían. No lo hicieron porque yo adelante la reunión un día y se dieron cuenta tarde, ya cuenta tarde, ya cuando se había acabado y la orden era matarme delante de toda la gente para que la gente cogiera miedo.
Ahí hable con Giovanni (el cabecilla paramilitar) por primera vez y me dijo textual: “Usted hace rato viene fregando con esto y no se le ha dado, quiero que me saque la gente de allá y que no haga más reuniones ni por acá ni por ningún lado. No lo tome como una amenaza.” Él estaba ardido porque la reunión la hicimos en la finca de él, que nos la habíamos tomado por vía de hecho.
Ese día íbamos para Bogotá con un grupo de líderes para asistir a una reunión con el entonces comisionado para la Paz, Frank Pearl y a firmar la asociación ASOVIRISTIVI, teníamos la reunión el 7 pero yo llame a los compañeros y les conté lo que estaba pasando y les dije que no podía ir.
En ese momento yo llegue a pensar en dejar todo quieto y en echarme pa atrás. Yo me metí en esto por un tema social y no pensé que fuera a llegar hasta donde ha llegado. Pero ni yo no estoy reclamando tierra ni mi familia.
Ya ahí me fui para Pueblo Nuevo, pa la finca de mis papás en la vereda Ecuador y retome el trabajo con la población desplazada de toda esa zona. La gente muy contenta porque había vuelto. Un momento más que otro, los paracos pusieron seguridad en mi vereda en el Ecuador, cuando allá nunca… eso lo hacían en la veredas cercanas en dónde yo trabaja con los desplazados para controlar quien entraba y quién salía pero en la mía nunca. La gente empezó a preguntarse por qué y me decían a mí, por fue justo cuando yo volví. Yo me hacía el bobo y decía que no sabía, que esa gente estaba loca. Yo a nadie le dije, ni a mi amá lo que estaba pasando conmigo, de las amenazas y eso.
Un día, después de que salí de una reunión de desplazados en el casco urbano de Necoclí y que ya estaba cogiendo el chivero para irme pa la casa me llamaron al celular y me dijeron que me bajara. Resulta que a la vereda habían ido manes que no conocía nadie y a preguntar por mí y que a revisar cada carro que llegaba. Ellos le preguntaron a la pelada de la tienda y como ella pertenecía a la junta de desplazados que teníamos nosotros allá, ella le mandó una al vicepresidente de la junta de acción comunal para que me avisara porque él vende minutos. El me llamo y me contó y yo me quede en el pueblo. Antes de esa llamada yo ya me había dado cuenta que ese día me estaban siguiendo. Yo ese día fui a varias reuniones y siempre había un mismo man en todos lados.
Resulta que en esos días habían cogido a alias “Don Mario” cerquita de la finca. Y ellos creían que yo lo había entregado. Sospechaban de mi porque yo entraba y salía de la vereda todo el tiempo por lo del trabajo que hacía de la comunidad, y ellos pensaban que yo estaba era llevando información.
— “El Espectador, Judicial |15 Abr 2009 - 8:59 am. Capturan a 'Don Mario', el capo del narcotráfico en Colombia. Un amplio dispositivo de la Fuerza Pública, que se desarrolló en tres fases permitió la captura del máximo jefe del narcotráfico en Colombia. Más de 600 hombres de la Policía -250 de ellos Comandos Jungla y 50 de la Dijin- llegaron hasta la vereda Manuel Cuello, entre Turbo y Necoclí en Antioquia a una finca donde se escondía el capo Daniel Rendón Herrera, alias <<Don Mario>>.” —
Ya esa vez fue cuando me fui pa Apartadó y no volví más a la finca. Llame a mi mamá a que me mandara la ropa y allá estuve unos seis o siete meses hasta que llegaron allá. Dos hombres en una moto fueron un día a la casa de mi hermana en el barrio obrero donde yo me estaba quedando y que miraban pa dentro y dieron ronda varias veces, mi tía me llamó a advertirme que no fuera a ir. Como yo no estaba ahí, me fueron a buscar a la finca donde estaba trabajando pero como yo estaba muy pa dentro no me vieron. Eso fue el 4 de enero de 2010.
El día antes, el domingo, mi mamá me había llamado a decirme que habían ido a la finca a decirle que a mí me iban a matar porque estaban arrepentidos de no haberme matado el día que tenían que matarme —o sea la vez que me les adelante en la reunión—. Yo no le dije nada a ella de que ellos estaban buscándome en Apartadó también.
Cuando ya vi que fueron a la finca, a donde mi hermana y que vinieron a la finca donde estaba trabajando… ahí sí vi la cosa complicada entonces llame acá a la fundación (Forjando Futuros) y a Gerardo (Gerardo Vega, presidente de la Fundación Forjando Futuros) y les conté como estaba la cosa. Gerardo estaba en Bogotá en ese entonces y yo no sé con quién hablo él allá, total que me llamé el coronel de la policía de allá y me dijo que me iban a mandar a un capitán a buscarme a donde estaba. Como a las 11 de la noche me recogieron y me llevaron a la estación de policía de Chigorodó, dure tres meses viviendo allá. Los muy sin vergüenza pasaban por allá a ver cuándo me cogían.
Estando allá me hicieron 3 estudios de riesgos y salieron ordinarios. O sea que no corría riego, entonces no me ponían esquema de seguridad. Ya después me sacaron para Medellín y acá dure como 9 meses trabajando en construcción por ahí y que una cosa y que en la otra. Un día más que otro, me encontré una persona de por allá del pueblo y al otro día llegaron dos hombres por mí, fueron a Itagüí a donde yo trabaja y trataron de matarme pero por la fortuna de Dios el arma no les dio fuego, trataron de disparar tres veces y no les dio, yo salí corriendo. Eso fue el 22 de octubre del 2010.
Antes de que pasara eso nos habían matado a otro compañero, a Hernando Pérez, y otras ocho personas más. A raíz de eso el vicepresidente Argelino Garzón le ordenó al Ministerio del Interior que nos protegiera. Protegieron a tres, entre esos yo. Lo que hicieron fue que a Carmen Palencia de Tierra y Vida le entregaron en Bogotá un carro, sólo, sin blindaje, sin escoltas, ni conductor, nada; que era para el esquema de seguridad mío. Pero el compromiso era que como eso era para fortalecer a la asociación, por lo tanto me tocaba a mí volver a Urabá.
Ya ahí me fui para Pueblo Nuevo, pa la finca de mis papás en la vereda Ecuador y retome el trabajo con la población desplazada de toda esa zona. La gente muy contenta porque había vuelto. Un momento más que otro, los paracos pusieron seguridad en mi vereda en el Ecuador, cuando allá nunca… eso lo hacían en la veredas cercanas en dónde yo trabaja con los desplazados para controlar quien entraba y quién salía pero en la mía nunca. La gente empezó a preguntarse por qué y me decían a mí, por fue justo cuando yo volví. Yo me hacía el bobo y decía que no sabía, que esa gente estaba loca. Yo a nadie le dije, ni a mi amá lo que estaba pasando conmigo, de las amenazas y eso.
Un día, después de que salí de una reunión de desplazados en el casco urbano de Necoclí y que ya estaba cogiendo el chivero para irme pa la casa me llamaron al celular y me dijeron que me bajara. Resulta que a la vereda habían ido manes que no conocía nadie y a preguntar por mí y que a revisar cada carro que llegaba. Ellos le preguntaron a la pelada de la tienda y como ella pertenecía a la junta de desplazados que teníamos nosotros allá, ella le mandó una al vicepresidente de la junta de acción comunal para que me avisara porque él vende minutos. El me llamo y me contó y yo me quede en el pueblo. Antes de esa llamada yo ya me había dado cuenta que ese día me estaban siguiendo. Yo ese día fui a varias reuniones y siempre había un mismo man en todos lados.
Resulta que en esos días habían cogido a alias “Don Mario” cerquita de la finca. Y ellos creían que yo lo había entregado. Sospechaban de mi porque yo entraba y salía de la vereda todo el tiempo por lo del trabajo que hacía de la comunidad, y ellos pensaban que yo estaba era llevando información.
— “El Espectador, Judicial |15 Abr 2009 - 8:59 am. Capturan a 'Don Mario', el capo del narcotráfico en Colombia. Un amplio dispositivo de la Fuerza Pública, que se desarrolló en tres fases permitió la captura del máximo jefe del narcotráfico en Colombia. Más de 600 hombres de la Policía -250 de ellos Comandos Jungla y 50 de la Dijin- llegaron hasta la vereda Manuel Cuello, entre Turbo y Necoclí en Antioquia a una finca donde se escondía el capo Daniel Rendón Herrera, alias <<Don Mario>>.” —
Ya esa vez fue cuando me fui pa Apartadó y no volví más a la finca. Llame a mi mamá a que me mandara la ropa y allá estuve unos seis o siete meses hasta que llegaron allá. Dos hombres en una moto fueron un día a la casa de mi hermana en el barrio obrero donde yo me estaba quedando y que miraban pa dentro y dieron ronda varias veces, mi tía me llamó a advertirme que no fuera a ir. Como yo no estaba ahí, me fueron a buscar a la finca donde estaba trabajando pero como yo estaba muy pa dentro no me vieron. Eso fue el 4 de enero de 2010.
El día antes, el domingo, mi mamá me había llamado a decirme que habían ido a la finca a decirle que a mí me iban a matar porque estaban arrepentidos de no haberme matado el día que tenían que matarme —o sea la vez que me les adelante en la reunión—. Yo no le dije nada a ella de que ellos estaban buscándome en Apartadó también.
Cuando ya vi que fueron a la finca, a donde mi hermana y que vinieron a la finca donde estaba trabajando… ahí sí vi la cosa complicada entonces llame acá a la fundación (Forjando Futuros) y a Gerardo (Gerardo Vega, presidente de la Fundación Forjando Futuros) y les conté como estaba la cosa. Gerardo estaba en Bogotá en ese entonces y yo no sé con quién hablo él allá, total que me llamé el coronel de la policía de allá y me dijo que me iban a mandar a un capitán a buscarme a donde estaba. Como a las 11 de la noche me recogieron y me llevaron a la estación de policía de Chigorodó, dure tres meses viviendo allá. Los muy sin vergüenza pasaban por allá a ver cuándo me cogían.
Estando allá me hicieron 3 estudios de riesgos y salieron ordinarios. O sea que no corría riego, entonces no me ponían esquema de seguridad. Ya después me sacaron para Medellín y acá dure como 9 meses trabajando en construcción por ahí y que una cosa y que en la otra. Un día más que otro, me encontré una persona de por allá del pueblo y al otro día llegaron dos hombres por mí, fueron a Itagüí a donde yo trabaja y trataron de matarme pero por la fortuna de Dios el arma no les dio fuego, trataron de disparar tres veces y no les dio, yo salí corriendo. Eso fue el 22 de octubre del 2010.
Antes de que pasara eso nos habían matado a otro compañero, a Hernando Pérez, y otras ocho personas más. A raíz de eso el vicepresidente Argelino Garzón le ordenó al Ministerio del Interior que nos protegiera. Protegieron a tres, entre esos yo. Lo que hicieron fue que a Carmen Palencia de Tierra y Vida le entregaron en Bogotá un carro, sólo, sin blindaje, sin escoltas, ni conductor, nada; que era para el esquema de seguridad mío. Pero el compromiso era que como eso era para fortalecer a la asociación, por lo tanto me tocaba a mí volver a Urabá.
El 23 nos fuimos para Urabá y el 25 me llegaron allá y ahí si me dieron tres tiros, por la fortuna de Dios no me mataron. Dos balas e dieron en la cara y me pasaron por la lengua, el otro tiro me entró por la axila. En ese momento no tenía sino el carro y el conductor.
Desde entonces Fernando ha permanecido en Medellín y ahora sí, después de que casi lo matan, tiene el esquema de seguridad completo. Hoy en día sigue trabajando con la fundación Tierra y Vida y con Forjando Futuros y se encuentra liderando procesos en el Oriente Antioqueño y dentro de poco comenzará también a trabajar con las víctimas del Bajo Cauca. A pesar de que su situación de seguridad sigue siendo delicada sigue con las mismas ganas de seguir adelante en la lucha por víctima reclamantes de tierras y feliz de estar vivo para compartir con su mujer y su bebe de 15 meses con las que vive a las afueras de la ciudad.
Fernando: Actualmente tenemos dificultad con la ley porque es muy lenta, son como 15 o 16 casos que han resulto apenas. Y además la unidad restitución de tierras le puso otra talanquera a la cosa. Resulta que Tierra y Vida y Forjando Futuros están midiendo las tierras en Urabá, las medidas topográficas. Ahora dicen ellos — eso es la unidad porque no está estipulado por la ley— que para poderlo hacer hay que pedirles un permiso, pero la unidad lo que hace es ir a pedirle el permiso al delincuente que está ocupando la tierra… ¡¿cuándo se lo van a dar?! Ellos no dan el permiso para eso lógicamente. Ahí vamos a ver que pasa, hay que seguir trabajando.
Desde entonces Fernando ha permanecido en Medellín y ahora sí, después de que casi lo matan, tiene el esquema de seguridad completo. Hoy en día sigue trabajando con la fundación Tierra y Vida y con Forjando Futuros y se encuentra liderando procesos en el Oriente Antioqueño y dentro de poco comenzará también a trabajar con las víctimas del Bajo Cauca. A pesar de que su situación de seguridad sigue siendo delicada sigue con las mismas ganas de seguir adelante en la lucha por víctima reclamantes de tierras y feliz de estar vivo para compartir con su mujer y su bebe de 15 meses con las que vive a las afueras de la ciudad.
Fernando: Actualmente tenemos dificultad con la ley porque es muy lenta, son como 15 o 16 casos que han resulto apenas. Y además la unidad restitución de tierras le puso otra talanquera a la cosa. Resulta que Tierra y Vida y Forjando Futuros están midiendo las tierras en Urabá, las medidas topográficas. Ahora dicen ellos — eso es la unidad porque no está estipulado por la ley— que para poderlo hacer hay que pedirles un permiso, pero la unidad lo que hace es ir a pedirle el permiso al delincuente que está ocupando la tierra… ¡¿cuándo se lo van a dar?! Ellos no dan el permiso para eso lógicamente. Ahí vamos a ver que pasa, hay que seguir trabajando.
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